viernes, 13 de julio de 2007

EN TORNO AL GIRASOL

(Fragmento)


Mi rutina de supermercado no es lo que se diría una actividad de esparcimiento. El simple hecho de tomar la carretilla, en la que hay invariablemente una rueda que siempre va en una dirección opuesta a la de las otras tres, me hace perder la paciencia. Y es inútil agarrar otra, pues todas son iguales. Obviamente hay que descartar la cesta de mano, pues siempre acabo necesitando algo más grande, es decir, metiendo la cesta dentro de la carretilla con la rueda que va en contra.
Después de completar mi cuota de ejercicio diario al tratar de empujar la carretilla de la rueda rebelde por los pasillos helados del supermercado, sintiendo cómo los dedos se me entumecían del frío al pasar frente a las neveras, mi amigo Renato me llamó al celular.
— Hola, Selma. Espero que no te hayas olvidado de llegar a mi casa hoy. Sólo llamo para confirmar.
Como cada segundo viernes del mes, era noche de reunión en su apartamento.
— ¿Cómo olvidarme, cariño? ¡Tú sabes que para mí ir a tu casa es el evento del mes! Estoy en el súper comprando algunas cosas.
Realmente yo no estaba exagerando. Mi vida está constreñida a mi insípida oficina, en un descolorido sitio en el cual si trabajo o no, no parece importarle a nadie.

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